Por: Marilia Baquerizo Sedano
Prácticamente en toda la literatura científica se señala a Leo Kanner (1943) (1) y Hans Asperger (1944) (2) como los primeros en describir el cuadro clínico del autismo. Sin embargo, la primera descripción fue la de Grunya Suckareva, una mujer judía y ucraniana que en 1926 publicó en ruso el artículo Die schizoiden Psychopathien im Kindesalter, donde describe con detalle y precisión a seis niños con rasgos autistas que observó durante dos años (3). Es probable que Leo Kanner y Hans Asperger hayan leído el artículo, pero no lo citan en sus trabajos; el artículo quedó en el olvido hasta que en 1996 Sula Wolf lo tradujera al inglés (4).
Suckareva nació en 1891 en Kiev y se formó como médico psiquiatra en el Instituto Médico de Kiev y el Hospital Mental de Kiev (5). Se especializó en psiquiatría infantil y llegó a liderar la sección correspondiente a esta área en la Sociedad Moscovita de Neurólogos y Psiquiatras (5). En su artículo de 1926 y sus siguientes trabajos, Suckareva describe aspectos relevantes para lo que actualmente se denomina “Trastornos del espectro autista” (6), como la tendencia a evitar la interacción social, las dificultades en el lenguaje no verbal, los intereses fuertes y las alteraciones sensoriales. Sus aportes son valiosos (7), pero Suckareva sigue sin recibir el reconocimiento que merece, de hecho, esto es muy habitual respecto a las mujeres en la historia de la ciencia.
Un estudio que analizó 1020 artículos entre 1991 y 2005, demostró que los científicos varones citan más a menudo publicaciones de varones que de mujeres (8). Esto va en línea con el “efecto Matilda”, que es la falta de reconocimiento de la contribución de las mujeres a la ciencia (9). Este fenómeno fue descrito por Matilda Gage, una sufragista y abolicionista que en 1883 publicó el ensayo Woman as an inventor (10) y por Margaret Rossiter, quien acuñó el término citando algunos casos de ejemplo (9). Un caso interesante es el de Trotula de Salermo, una médica italiana del S. XII cuya obra fue atribuida a su esposo después de su muerte (9). Otro caso es el de Mary Calkins del Siglo XIX, quien descubrió algunos principios de aprendizaje por asociación que luego Georg Müller y Edward Titchner utilizaron, sin darle ningún crédito (9).
El caso más conocido en referencia al “efecto Matilda” quizá sea el de Rosalind Franklin (1920-1958), ella hizo una contribución crucial al descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN, pero no recibió el reconocimiento debido de parte de Francis Crick y Jamens Watson, que recibieron el Premio Nobel de Fisiología/Medicina en 1962 por este descubrimiento (11). En la lista de mujeres que debieron ganar un Premio Nobel también están Isabella Karle (12) y Chien-Shiung Wu (13); lamentablemente, algunos varones cercanos recibieron el premio por ellas, en el caso de Isabella Karle fue su esposo (Premio Nobel de Química de 1985) y en el caso de Chien-Shiung Wu, sus compañeros (Premio Nobel de Física de 1957).
La Academia de los Premio Nobel parece tener un sesgo sexista, hasta el 2021 ha otorgado el reconocimiento a 947 personas, de ellas, solo el 6% (58) fueron mujeres; y en las áreas de Química, Física y Fisiología/Medicina, solo 23 mujeres recibieron el premio (14). Pero la falta de reconocimiento es solo una de varias barreras que enfrentan las mujeres en la carrera científica, a lo largo del camino, las mujeres se enfrentan a los estereotipos, la falta de oportunidades, la falta de modelos a seguir, el acoso, la parcialidad, etc. (15). Las mujeres tienen el mismo potencial que los varones para desarrollar investigaciones científicas, pero los estereotipos asocian una alta capacidad intelectual con los varones más que con las mujeres.
En un estudio, le pidieron a un grupo de mujeres y varones calificar sus propias “habilidades científicas” antes de rendir una evaluación; en una escala de 1 a 10, las mujeres se pusieron en promedio 6.5 y los varones 7.6. Puntajes que contrastan con lo que obtuvieron en la evaluación: las mujeres 7.5 y los varones 7.9 (16). La conclusión es que las mujeres subestiman su rendimiento porque piensan que su capacidad de razonamiento científico es menor, y eso se debe a los estereotipos que se instauran en edades tempranas (17) y pueden condicionar los intereses e incluso el desarrollo de las niñas y mujeres. Aún sigue estando presente el mito de que los varones y las mujeres tienen cerebros diferentes, este mito justifica los estereotipos vinculados a las capacidades intelectuales y debe desterrarse, porque la anatomía y la fisiología del cerebro, así como las capacidades intelectuales no dependen del sexo o el género (18).
En Perú, de acuerdo al Registro Nacional de Investigadores en Ciencia Tecnología e Innovación Tecnológica – RENACYT de CONCYTEC, de 5500 investigadores registrados a octubre de 2020, solo el 31% son mujeres. Y el porcentaje de mujeres es aún menor en los niveles más altos, lo que significa que también existe una brecha en investigación de alto nivel. Frente a este problema, se conformó en CONCYTEC un Comité Pro Mujer en CTI, que ha promovido alianzas como la de “+ Mujeres y Niñas en Ciencia” y desarrolla regularmente actividades de formación y difusión. Estas iniciativas siguen una ola a nivel mundial promovida por organizaciones como ONU Mujeres y la iniciativa For Women in Science de L’Oréal-UNESCO, entre otras.
La notoria brecha alrededor de las mujeres en la ciencia está haciendo que se implementen políticas específicas en Perú y el mundo. Toca de manera personal hacer visibles a las mujeres que contribuyeron al desarrollo de la disciplina científica y la línea de investigación que se sigue, y claro, implementar estrategias de sororidad.
- KANNER, Leo, et al. Autistic disturbances of affective contact. Nervous child, 1943, vol. 2, no 3, p. 217-250.
- ASPERGER, Hans; FRITH, Uta Trans. ‘Autistic psychopathy’in childhood. 1991.
- SSUCHAREWA, Grunya Efimovna. Die schizoiden Psychopathien im Kindesalter. Monatsschrift für Psychiatrie und Neurologie, 1926, vol. 60, no S 23, p. 5-261.
- SSUCHAREWA, G. E.; WOLFF, S. The first account of the syndrome Asperger described? Translation of a paper entitled” Die schizoiden Psychopathien im Kindesalter” by Dr. GE Ssucharewa; scientific assistant, which appeared in 1926 in the Monatsschrift für Psychiatrie und Neurologie 60: 235-261. European child & adolescent psychiatry, 1996, vol. 5, no 3, p. 119-132.
- MANOUILENKO, Irina; BEJEROT, Susanne. Sukhareva—prior to Asperger and Kanner. Nordic journal of psychiatry, 2015, vol. 69, no 6, p. 1761-1764.
- AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION, et al. Diagnostic and statistical manual of mental disorders: DSM-5. Arlington, VA, 2013.
- SHER, David Ariel; GIBSON, Jenny L. Pioneering, prodigious and perspicacious: Grunya Efimovna Sukhareva’s life and contribution to conceptualising autism and schizophrenia. European child & adolescent psychiatry, 2021, p. 1-16.
- KNOBLOCH-WESTERWICK, Silvia; GLYNN, Carroll J. The Matilda effect—Role congruity effects on scholarly communication: A citation analysis of Communication Research and Journal of Communication articles. Communication Research, 2013, vol. 40, no 1, p. 3-26.
- ROSSITER, Margaret W. The Matthew Matilda effect in science. Social studies of science, 1993, vol. 23, no 2, p. 325-341.
- GAGE, Matilda Joslyn. Woman as an Inventor. The North American Review, 1883, vol. 136, no 318, p. 478-489.
- MADDOX, Brenda. Rosalind Franklin: The dark lady of DNA. New York: HarperCollins, 2002.
- KARLE, Isabella L.; BALARAM, Padmanabhan. Structural characteristics of. alpha.-helical peptide molecules containing Aib residues. Biochemistry, 1990, vol. 29, no 29, p. 6747-6756.
- HAMMOND, Richard. Chien-Shiung Wu: Pioneering Nuclear Physicist. Infobase Publishing, 2009.
- Nobel Prize facts. NobelPrize.org. Nobel Prize Outreach AB 2022. Tue. 1 Feb 2022. <https://www.nobelprize.org/prizes/facts/nobel-prize-facts>
- AUSTRALIAN ACADEMY OF SCIENCE AUSTRALIAN ACADEMY OF TECHNOLOGY AND ENGINEERING. Women in STEM Decadal Plan: Discussion Paper. 2018.
- EHRLINGER, Joyce; DUNNING, David. How chronic self-views influence (and potentially mislead) estimates of performance. Journal of personality and social psychology, 2003, vol. 84, no 1, p. 5.
- BIAN, Lin; LESLIE, Sarah-Jane; CIMPIAN, Andrei. Gender stereotypes about intellectual ability emerge early and influence children’s interests. Science, 2017, vol. 355, no 6323, p. 389-391.
- ELIOT, Lise. Neurosexism: the myth that men and women have different brains. Nature, 2019, vol. 566, no 7745, p. 453-455.
REFERENCIAS: