Por Jorge Jaime Valdez
“Una es más auténtica cuando más se parece a lo que ha soñado de si misma”
La Agrado (Todo sobre mi madre)
Mujeres al borde de un ataque de nervios, mujeres que claman ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, mujeres que quieren Volver, mujeres inmersas en un Laberinto de pasiones, mujeres Entre tinieblas, mujeres en Tacones lejanos, mujeres que son Madres paralelas; una actriz porno que le dice a su secuestrador: ¡Átame!; Julieta; Luci, Pepi y Bom y otras chicas del montón son las mujeres de Almodóvar, el más notable de los cineastas españoles vivos.
El universo de Pedro Almodóvar (La Mancha, 1949) está poblado por mujeres, tiene un sello propio y tiene nombre de mujer. Mujeres fuertes, mujeres listas, mujeres santas, mujeres fáciles, mujeres lindas, mujeres feas, mujeres tiernas, mujeres fatal, mujeres tontas, mujeres madres, mujeres que no son, pero quieren parecerlo, mujeres y más mujeres. También hay hombres, pero son frágiles, sufren, aman y no son correspondidos; complejos, sensibles, que lloran mientras escuchan a Caetano Veloso cantando ese tema cursi pero hermoso, Cucurucu paloma en Hable con ella, una de sus obras maestras. Pero sobre todo hay homosexuales, travestis, transexuales, bisexuales todos hermosamente retratados; con respeto, sin juzgarlos nunca, al contrario, los explica, los convierte en seres entrañables, queribles, imprescindibles. Los colores almodovarianos son chirriantes, fosforescentes, vivos, como el tecnicolor que veía en el cine cuando niño, como la pasión que destilan sus personajes. La estética barroca queer del cineasta autodidacta le confiere un estilo único, inconfundible.
El manchego fue el primero en mostrar una relación abiertamente homosexual con la Ley del deseo (1987), luego vendría La mala educación (2004) donde muestra su educación sentimental, llena de curas y cinemas; la religión y el cine marcaron su infancia. Termina esta trilogía con Dolor y gloria (2019), quizás su mejor película, la más madura de este tríptico sobre el amor homosexual. Ya a la vejez, cuajado y maduro hace esta hermosa cinta con tintes autobiográficos, que pareciera ser su legado. Una cinta crepuscular y nostálgica, con un Antonio Banderas en estado de gracia, interpretando al propio director, lo cual resulta notable. Banderas acompañó a Almodóvar desde sus primeras cintas, siempre fue su actor fetiche y en este filme de madurez es una suerte de álter ego, donde nos entrega una actuación deslumbrante. El actor español se muestra contenido, atravesado por un dolor insoportable recordando amores del pasado, solo, a pesar de toda la gloria, caminando sin miedo hacia la muerte.
Marisa Paredes, notable actriz española, y Cecilia Roth, argentina afincada en la madre patria, ex pareja de Fito Paez, son mujeres que estarán en las primeras cintas del cineasta, pero también en sus obras maestras (Todo sobre mi madre y en un cameo en –Hable con ella-). Carmen Maura, Victoria Abril, Rossy de Palma, Chus Lampreave, Francesca Neri, Rosario Flores (hija de Lola Flores), Geraldine Chaplin (hija de Charles Chaplin), Leonor Watling, Bibi Andersen y en épocas más recientes Elena Anaya, Lola Dueñas, Paz Vega, Adriana Ugarte, Emma Suárez, Milena Smit, Aitana Sánchez-Guijón y Penélope Cruz conforman esa lista interminable de actrices que se hicieron célebres en celuloide gracias a Almodóvar.
El arte de este manchego universal comparado con Andy Warhol es singular. Autodidacta, vivió en un pueblo rodeado de mujeres poderosas, con un padre ausente, bebió de la cultura pop, del cine de Alfred Hitchcock, de Rainer Werner Fassbinder, de la Nueva Ola Francesa, del cómic, de las fotonovelas, de las radionovelas, del melodrama latinoamericano, de la cultura popular. Tiene una estética propia, reconocible: Colores estridentes, historias que rozan lo inverosímil, mezcla con maestría géneros y subgéneros, saltando de la comedia al drama, del thriller a la autoficción sin mostrar costuras; incorpora armoniosamente otras artes en sus historias (teatro, música, fotografía, danza); música popular diversa que acuchilla el alma y melodramas soberbios donde las mujeres sufren pero también aman con locura; mujeres que luchan y que lloran en proporciones equivalentes, el melodrama es su territorio y las mujeres que lo habitan son las “Chicas Almodóvar”.
Todo sobre mi madre (1999) es su primera obra maestra y reúne a varias de sus musas. El tema es la pérdida de un hijo y el volver al pasado; un transexual llamado Lola será la causa del dolor de estas mujeres valientes. Aquí se condensa todo el cine de Almodóvar, toda su estética, todas sus inquietudes, todos sus temas recurrentes desde sus primeras cintas. La figura de la madre, de la mujer y su dolor, nunca fueron tan bien retratadas, con una sensibilidad, dulzura y tristeza que desarman al corazón más duro. “Como se puede ser machista con semejante par de tetas” dice Manuela (Cecilia Roth), la protagonista, en una parte de la cinta; que nos muestra ya la oposición de su director al sistema patriarcal, a las convenciones sociales, a las sociedades machistas y represoras.

Hable con ella (2001) es probablemente su mejor película. Es intensa, compleja, retorcida, visceral y, a la vez, una cinta sobre amores entrelazados. Es también un melodrama atípico porque los que sufren son dos hombres (Marco y Benigno) que tienen a sus mujeres postradas en un coma profundo (Lydia y Alicia). Son dos varones con una sensibilidad femenina en esta hermosa historia que es la consagración del español como uno de los genios del cine. El metalenguaje está insertado de manera magistral en este drama durísimo y sentido. Para no mostrar una escena de violación, inserta un cortometraje en blanco y negro, como si fuera cine mudo, con una sutileza y ambigüedad que deslumbra. El corto se llama “El amante menguante”.
Pedro Almodóvar ha ganado dos Oscar, uno a mejor película extranjera porTodo sobre mi madre y otro a mejor guion original por Hable con ella, su filmografía tiene dos etapas reconocibles. Sus primeras películas son exageradas, escandalosas, provocadoras, kitsch y frescas que reflejan la visión del cineasta por la vuelta a la democracia de su querida España después de años de dictadura franquista; se conoce a esta revolución de las artes y la libertad como la “Movida Madrileña”. Llenas de rock estridente, de drogas, de sexo, de travestis en fiestas pantagruélicas. La segunda etapa nos presenta sus películas más valoradas: La Flor de mi secreto(1995), Carne trémula(1997), Volver(2006), La piel que Habito(2011), Julieta (2016), Dolor y gloria. Obras más decantadas, serenas, logradas; lejos del descontrol, de los errores técnicos, de la estética kitsch, del punk,de lo bizarro,de la cultura underground,que caracterizan a sus primeros filmes.

Los soundtracks de sus películas son un tema aparte; dan cuenta de un gusto musical colorido, ecléctico y exquisito. Los filmes de su primera etapa están musicalizados por el italiano Bernardo Bonezzi; el legendario Ennio Morricone le puso música a ¡Átame! (1989); Ryuichi Sakamoto a Tacones lejanos (1991), quien cuatro años antes había conseguido el Oscar por El último emperador de Bernardo Bertolucci. Como dato curioso, Almodóvar confesó no estar conforme con el trabajo de estas leyendas de la música para el cine. Contó que Morricone le propuso que no pusiera en el final de ¡Átame! a Antonio Banderas, Victoria Abril y Loles León cantando: Sobreviviré, del Dúo Dinámico, esa canción que se ha convertido, en tiempos de pandemia, en un verdadero himno de la resiliencia. Alberto Iglesias irrumpe en la carrera del cineasta en La flor de mi secreto y lo acompaña hasta hoy. Esta dupla ya se ha convertido en icónica, una pareja feliz que da cuenta del talento descomunal del cineasta y del músico vasco.
La música popular iberoamericana nunca se disfrutó tanto como en sus films. Almodóvar sabe dónde colocar la melodía exacta para crear atmosferas entrañables que escarapelan la piel. La gran Chavela Vargas les pone alma a varias de sus películas; así como el gran cantante cubano Bola de Nieve, solo por mencionar un caso, acompañan en su dolor a una mujer caracterizada por Marisa Paredes que sufre por amor en La flor de mi secreto. Los boleros, las rancheras, el flamenco, el son, el jazz, el rock, el blues, el mambo, las rancheras nunca sonaron mejor que en sus historias.
Finalmente, Joaquín Sabina le dedica una canción que describe a las mujeres de su cine y que al cineasta no le gusta: Yo quiero ser una chica Almodóvar/como la Maura, como Victoria Abril/un poco lista, un poquitín boba/ir con Madonna en una limousine/Yo quiero ser una chica Almodóvar/como Bibí, como Miguel Bosé/pasar de todo y no pasar de moda/bailar contigo el último cuplé/y no parar de viajar del invierno al verano/de Madrid a New York, del abrazo al olvido/dejarte entre tinieblas escuchando un ruido/de tacones lejanos. Encontrar la salida de este gris laberinto/sin pasión ni pecado, ni locura ni incesto/tener en cada puerto un amante distinto/no gritar ¡que he hecho yo, para merecer esto!